La autorización para actuar en los Estados Unidos se dio pocos días después del lanzamiento en el país del disco de Omara llamado “Gracias” (World Village / Montuno), el cual recibió una nominación al Latin Grammy en la categoría de Mejor Album Tropical Contemporáneo.
Gracias, que también es una celebración de los sesenta años de la artista en el mundo de la música, fue un disco grabado en La Habana con un quinteto de primera categoría que incluye al pianista Roberto Fonseca, al guitarrista y director musical Swami Jr., al bajista Avishai Cohen y a los percusionistas Andre Coayo y Trilok Gurtu.
La ceremonia de los Latin Grammy se llevará a cabo el próximo 5 de noviembre en el Centro de Eventos Mandalay Bay de Las Vegas, Nevada.
El visado otorgado a Omara y las presentaciones que ésta permitirá realizar son un ejemplo de la política de apertura de la Administración Obama, que busca mejorar las relaciones políticas y culturales entre Estados Unidos y Cuba, estancadas por más de cuatro décadas.
Nacida en La Habana en 1930, Portuondo se convirtió en una reconocida bailarina del famoso cabaret Tropicana cuando todavía era una adolescente. Omara y su hermana Haydee, además de bailar juntas, también cantaban y formaron parte de Los Loquibamba, una agrupación que realizaba una versión cubanizada del bossa nova con algunos toques de jazz americano.
Omara and Haydee – junto a Elena Burke y Moraima Secada – se convirtieron en el cuarteto Las D’Aida, dirigidas por la pianista Aida Diestro. Omara realizó presentaciones con el grupo a través del mundo durante 15 años antes de grabar su primer álbum como solista llamado Magia Negra en 1959. Sin embargo, la cantante continuó con el cuarteto por varios años más antes de lanzar su carrera en solitario en 1967, en medio del inicio de la revolución cubana y todo el cambio político y cultural que vino con esto.
Omara junto a la Orquesta Aragón, una agrupación de músicos de primer nivel, grabaron varios discos y recorrieron el mundo durante las décadas de los 70 y 80.
Omara volvió a ser foco de atención a escala internacional cuando el productor español Manuel Domínguez, dueño del sello Nubenegra, llevó a Omara a Madrid en 1995 para grabar un disco nuevo llamado Palabras. Los productores artísticos eran el dúo cubano de nueva trova Gema y Pavel, quienes se habían afincado en la cosmopolita capital española. En Palabras, Omara estaba acompañada por músicos cubanos y españoles. El disco abarcaba canciones de diferentes décadas, la vieja trova de los 1920 y 1930, la música de baile de los 1940, filin de los 1950 y 1960, y la nueva trova de los 1960 y 1970. Inclso grabó uno de sus temas preferidos, una canción española que había escuchado en una película cuando era una niña. Su disco editado en 1998, Desafíos, fue una colaboración con Chucho Valdes, el mejor pianista de Cuba.
Sumado a sus reconocimientos en la música, Omara también ha unido su talento para ayudar en organizaciones humanitarias. El año 2004 se convirtió en la primera artista cubana en recibir una distinción como embajadora de la Cruz Roja Internacional. “He trabajado con la Cruz Roja realizando conciertos y grabaciones que vayan en ayuda de los niños enfermos de cáncer, otros que son víctimas de desastres naturales, gente que vive en la pobreza y mujeres que sufren de abuso”, sostiene la artista.
Omara también estableció la Fundación de Amigos de Omara, una organización con sede en Cancún que provee ayuda a mujeres en situación de riesgo social y económico, provenientes de diferentes países. “Al final, cada uno de nosotros tiene que usar sus dones para ayudar a otros”, comenta Omara. “Esto es algo que no es bueno solamente para nuestra sociedad, sino para expresar nuestra propia humanidad. Mi música es un regalo que yo uso para ayudar a otros”.
Luego de seis décadas, Omara vuelve a sorprendernos antes de bajar el telón. Portuondo continúa impresionándonos con un derroche de energía que proviene de las vibraciones positivas del mundo que la rodea. “Son cosas simples y al mismo tiempo, profundas como vida, amor, las que más nos inspiran”, asegura. “Cantar me energiza y con esta energía, puedo llevar mi cultura y mis raíces a través del mundo. La música es parte de la naturaleza y parte fundamental de mi vida”.