Este año las autoridades suspendieron los festejos carnavalescos en la capital, celebrados desde hace años en julio para que coincidan con la celebración del ataque al Cuartel Moncada. El motivo: ahorrar electricidad.
En reuniones auspiciadas por la Unión de trabajadores (UTC), el gobierno ha informando a los ciudadanos que el carnaval habanero ha quedado eliminado este año. En su lugar, y como parte de las medidas encaminadas a enfrentar la crisis económica y la escasez de hidrocarburos, el Estado propuso efectuar fiestas populares en cada municipio, con lo que se espera economizar.
Algunas fuentes han señalado como otro de los motivos el actual proceso de restauración del muro del malecón, destacando que el proyecto está en fase de terminación por una compañía alemana, y hasta la eficacia de esa obra ha derivado en polémico tema entre los ingenieros nacionales.
El carnaval habanero fue perdiendo brillo y esplendor desde la llegada al poder de la familia Castro, aunque se mantuvo como una de las pocas opciones de diversión que se ofrecían al pueblo. El carnaval ha sido suspendido varias veces a través de los años debido a supuestas razones económicas y políticas.
Se ha reducido el área destinada a estos festejos en torno al malecón habanero. Las ofertas gastronómicas han llegado a lo mínimo, o a niveles inaccesibles debido a que se venden en divisas. La calidad y las opciones de esparcimiento, propias de este tipo de celebraciones, han desaparecido. En los últimos años hasta surgieron áreas exclusivos, custodiadas por la policía, donde estaba prohibido arrollar tras las carrozas al ritmo de una buena conga, o circular libremente.
En los dos últimos carnavales los organizadores intentaron rescatar tradiciones tales como otorgar el premio de la estrella del carnaval a la muchacha más bonita y retomar las lides entre las comparsas de los barrios. El resultado fue nefasto porque las autoridades impusieron su criterio y terminaron por instituir un desfile de organizaciones oficialistas, lo cual incluyó hasta una carroza en representación del Ministerio del Interior. En los carnavales habaneros tampoco faltaban las detenciones arbitrarias, algunos garrotazos y la constante demanda a los ciudadanos del carné de identidad.
En reuniones auspiciadas por la Unión de trabajadores (UTC), el gobierno ha informando a los ciudadanos que el carnaval habanero ha quedado eliminado este año. En su lugar, y como parte de las medidas encaminadas a enfrentar la crisis económica y la escasez de hidrocarburos, el Estado propuso efectuar fiestas populares en cada municipio, con lo que se espera economizar.
Algunas fuentes han señalado como otro de los motivos el actual proceso de restauración del muro del malecón, destacando que el proyecto está en fase de terminación por una compañía alemana, y hasta la eficacia de esa obra ha derivado en polémico tema entre los ingenieros nacionales.
El carnaval habanero fue perdiendo brillo y esplendor desde la llegada al poder de la familia Castro, aunque se mantuvo como una de las pocas opciones de diversión que se ofrecían al pueblo. El carnaval ha sido suspendido varias veces a través de los años debido a supuestas razones económicas y políticas.
Se ha reducido el área destinada a estos festejos en torno al malecón habanero. Las ofertas gastronómicas han llegado a lo mínimo, o a niveles inaccesibles debido a que se venden en divisas. La calidad y las opciones de esparcimiento, propias de este tipo de celebraciones, han desaparecido. En los últimos años hasta surgieron áreas exclusivos, custodiadas por la policía, donde estaba prohibido arrollar tras las carrozas al ritmo de una buena conga, o circular libremente.
En los dos últimos carnavales los organizadores intentaron rescatar tradiciones tales como otorgar el premio de la estrella del carnaval a la muchacha más bonita y retomar las lides entre las comparsas de los barrios. El resultado fue nefasto porque las autoridades impusieron su criterio y terminaron por instituir un desfile de organizaciones oficialistas, lo cual incluyó hasta una carroza en representación del Ministerio del Interior. En los carnavales habaneros tampoco faltaban las detenciones arbitrarias, algunos garrotazos y la constante demanda a los ciudadanos del carné de identidad.
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